domingo, 5 de febrero de 2012

Hemos regresado...

Hace ya casi tres años que no escribíamos una nota. Justamente en estos tres años nuestras vidas cambiaron drásticamente: Del bullicio y del caos caraqueño nos hemos mudado a la ciudad de los caballeros y de las nieves eternas: Mérida, en los Andes venezolanos. Ya el tiempo libre para sentarnos a escribir es más escaso, pues es fácilmente desviado a disfrutar de los amigos y de esta maravillosa ciudad.

Afortunadamente la motivación para el Blog sigue presente, y como no iba a ser así, si en Mérida tenemos acceso a la cocina de nuestros recuerdos, a cocina franca, sencilla, de origen campesino y de la mezcla de culturas que acrisolaron esta región (española, santandereana, etc.); con la disponibilidad de las verduras, frutas y hortalizas mas frescas y diversas, de embutidos hechos a la antigua usanza española, de quesos de altura que sin lugar a duda deberían estar luchando por una denominación de origen, y de productos cárnicos provenientes de la mejor zona ganadera del país (zona sur del lago de Maracaibo).

Esta nota de hoy es un compromiso a continuar, igual al compromiso adquirido al ser una de nuestras recetas del blog seleccionada recientemente para complementar la sección Cocina y Sabor de la Revista Estampas Digital (El Universal ©), en su nota sobre los Ajiceros en Venezuela: Picarse en Venezuela.


Como abreboca les diremos que en las próximas notas les contaremos de nuestro maravilloso mercado “Soto Rosa”, tan malquerido e incomprendido; de los quesos de altura producidos por lácteos “Santa Rosa”, de los embutidos “El Aguila” de herencia española, mimados al humo a 4000 msnm; y por supuesto hablaremos del reencuentro con nuestros platos andinos y de las otras tantas aventuras gastronómicas en que nos vemos involucrados, hasta pronto...

...Nubia y Guille